Los une la preocupación y los separan sus visiones sobre el conflicto. Lejos de su tierra, árabes y judíos residentes en el país dicen que lo peor es vivir con la certeza de que las malas noticias llegarán en cualquier momento. Familia, amigos o conocidos, todos tienen a alguien a quien perder.
RODRIGO BAEZA
DANIELA PAVEZ
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Están a miles de kilómetros del conflicto. Sobre sus casas no caen misiles y sus niños juegan sonrientes en las soleadas calles de La Calera. Su cuerpo físico está a salvo, en Chile, donde los refugiados palestinos iniciaron una nueva vida. Sin embargo, su corazón está lejos, perdido en la Franja de Gaza.
Thamer Khalifah es una de las 39 personas que conforma el grupo de refugiados que arribó al país a principios de abril. Vivió dos años en una carpa, en medio del desierto, en un campamento ubicado en la frontera de Siria e Irak.
Khalifah así como los otros refugiados tiene familia en la Franja de Gaza. En uno de los primeros bombardeos, uno de sus primos y su pequeño hijo de siete años murieron. “El destino salvó a la esposa que ahora es viuda y debe vivir sin marido y sin niño. Eso es lo que me duele mucho. Para nosotros toda la gente de Gaza es nuestra familia”, dice.
Internet y la señal satelital que les permite acceder a canales de televisión árabes son el único contacto que tienen con los suyos. Con las redes telefónicas cortadas, la comunicación es hace difícil y la angustia inevitable.
Nasif Masad el traductor que trabaja en el programa de refugiados cuenta que todos están muy tristes y preocupados. Alguna vez visitó Gaza, pero sólo por unas pocas horas. Allá también tiene familia y sabe que están sufriendo. “Pienso en ellos a cada momento”, cuenta y lamenta no poder hacer nada concreto por ellos.
MARCHA FÚNEBRE
En Valparaíso, una marcha fúnebre recorrió la avenida Pedro Montt. Hombres, mujeres y niños, de riguroso negro , llevaron en sus cuellos el tradicional hatta, el pañuelo que se volvió emblema de la lucha palestina en la cabeza del mítico Yasser Arafat.
“La marcha es para llorar a todos nuestros muertos y repudiar el genocidio de Israel”, explica Luz María Jarufe, presidenta de la Comunidad Chileno- Palestina de Valparaíso. Hasta el viernes se registraban 763 muertos y más de tres mil heridos.
Las manifestaciones pro Palestina proliferan alrededor del mundo. En Copenhague, Roma, Barcelona, Santiago. “Tenemos la convicción de romper el silencio”, dice Salvador Makluf, presidente de la Juventud Árabe regional. “No buscamos ni adeptos ni enemigos a nuestra causa. Queremos que la gente se informe y se haga una idea crítica de lo que sucede en Palestina”.
“NOSOTROS”
Impotencia, rabia y dolor son palabras que se repiten entre los palestinos chilenos al momento de explicar cómo se sienten. “Nos están matando de a poco”, dice Eduardo Larach. “Nosotros no queremos más guerra. Ustedes se dan cuenta de que nosotros no tenemos armas, son ellos los de las armas. Israel quiere eliminarnos”.
“Nosotros”. Muchos de ellos jamás han visitado su tierra. Muchos han nacido en Chile. Sin embargo, como ellos mismos se encargan de reafirmar, la sangre es fuerte y están inexorablemente ligados a su tierra.
Todos tienen un familiar, un amigo o un conocido allá lejos y no pocos son los que incluso tienen más de una muerte cercana que lamentar.
LA CONTRAPARTE
Pero este conflicto tiene dos caras. Del otro lado, está Israel y los miles de cohetes que desde la Franja de Gaza caen sobre las ciudades judías.
Así lo manifiesta Marcelo Moses, presidente de la Comunidad Israelita de Valparaíso-Viña del Mar. “Desde su creación en el año 48, Israel ha tenido que constituirse en un Estado fuerte, porque con sus apenas 22 mil kilómetros cuadrados y sus siete millones de habitantes, ha sufrido constantes agresiones y amenazas de los países vecinos”.
Moses no habla de rivales ni enemigos. A los palestinos se refiere como su “contraparte” y asegura que “ellos tienen todo el derecho a tener el Estado que desean”.
Advierte que el problema es el terrorismo. “En Cisjordania reina una relativa paz. El problema se reduce a Gaza y el terrorismo. Nosotros no queremos destruir ni eliminar a los palestinos. Tampoco queremos echar a Hamas de ese lugar. Si ellos se sienten residentes de su territorio está bien. Lo que no queremos es que sigan tirándonos cohetes y misiles”.
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La muerte rodea a palestinos y judíos. Estos últimos saben que desde que oyen la sirenas tiene 12 segundos para buscar refugio. |
15 SEGUNDOS
“El terrorista que le tire a Israel misiles o cohetes, tendrá que pagar el precio. Cualquier país con un mínimo de dignidad lo haría”, asegura.
Moses denuncia que cohetes y misiles caen desde hace años en escuelas, jardines infantiles y barrios residenciales. Que los israelitas tienen 15 segundos para protegerse en sus refugios cuando suena la alarma de ataque, y que no son pocos los desafortunados que no logran hacerlo.
“Es muy fácil decirnos genocidas sin conocer el significado real del término, pero se debe entender que la lucha de Israel es contra el terrorismo”, lamenta. Y agrega: “pérdidas humanas hay por los dos lados, palestinos e israelíes y siempre la pérdida de una vida será penosa, pero Israel no puede ser contemplativo con quienes atentan contra su territorio y su población”.
Él lo sabe por experiencia. Erik, un joven sobrino suyo, falleció tras un ataque bomba. “Todos los judíos del mundo tenemos por lo menos un amigo allá. La mayoría tiene un familiar. Así es que imagínese la preocupación que sentimos”.
DESIGUALDADES
A 17 mil kilómetros de Israel, el rabino Efraím Rosenzweig lamenta que en el conflicto entre ambos pueblos los judíos figuren como los victimarios. “La difusión de la información no es balanceada. En todo este tiempo no se ve cuando caen los misiles a nuestra gente. Eso no sale, no es noticia”, dice.
En el 2007 estuvo en Sderot, una ciudad cercana a Gaza. “Es un lugar fantasma, porque desde hace mucho que la gente no puede hacer una vida normal. Cada casa tiene un agujero producto de los misiles caídos”, cuenta. En esa oportunidad, el rabino recuerda que estuvo un par de horas y se fue a eso de las 16 horas. “A las 16.20 cayó un misil”.
Como líder espiritual de la comunidad israelita de la zona, Rosenzweig dice que existe preocupación e incertidumbre.
A través de la embajada y otras instancias formales, los judíos de Chile están trabajando por equilibrar la balanza en la información.
“Piense que la comunidad palestina en Chile es la más grande del mundo, obviamente generan más ‘ruido’ que nosotros”, comenta Marcelo Moses. En la Región de Valparaíso, son cerca de 160 las familias judías.
La comunidad judía sólo pide que los conflictos del Medio Oriente no se importen a Chile. Para eso piden al Gobierno que sea más neutral en su postura. “Lo que nosotros queremos es vivir en paz con nuestros vecinos”, dice Moses.
Hoy se cumplen 17 días de conflicto. Tras un alto al fuego, de a poco se ha logrado ingresar ayuda humanitaria. Ashraf Otham Alí vive en Santiago, pero 11 de sus hermanos están en Beit Janún, una de las ciudades más golpeadas por la ofensiva israelita. “Uno no puede hacer nada. Nadie puede hacer nada. Ni siquiera la comunidad internacional. No sirven las manifestaciones de apoyo, los acuerdos de paz. Nada. En cualquier momento mueren”, dice. Con el paso de las horas, la incertidumbre crece y poco a poco, se pierden las esperanzas en un conflicto que desde hace más de 60 años busca incansablemente un final.