La Directora del Centro de Estudios Arabes de la Universidad de Chile se ha fijado como meta contar con un edificio propio. De aquí que apele al rasgo generoso de la colectividad para dignificar el quehacer académico.
En 1969, Marcela Zedan integraba la etapa formativa del primer curso de Licenciatura en Filosofía con mención en Lengua y Cultura Arabes. Hoy la institución que dirige es un emblema. Este año, confería nada menos que los premios Premios Fearab–Centro de Estudios Arabes de la Universidad de Chile, en solemne ceremonia realizada en el Aula Magna de la Facultad de Leyes.
“Desde hace algún tiempo, los estudios del Idioma y la Cultura Árabes se han visto fortalecidos de forma creciente”, asegura Marcela, para quien “el desarrollo de las tecnologías de la comunicación ha sido significativo para acceder en tiempo real a las fuentes de la cultura árabe. En su opinión, la necesaria modernización del país y su inserción en una comunidad internacional cada día más interdependiente, compleja y dinámica, le asigna un rol relevante a los estudios de áreas culturales en la gestación de políticas públicas, tendientes al fortalecimiento de las relaciones de Chile con el mundo árabe e islámico. Y enfatizándolo, hace un llamado a la colectividad para que sus miembros apoyen a este Centro que ha ido aportando en el tiempo.
Sus comienzos, sí, fueron de esfuerzo. En 1966, la entidad se inició gracias a una donación del Comité Unido de Damas Arabes –que presidía entonces María Numan de Laban- para desarrollar una comunicación entre Chile y Medio Oriente, implementando en forma académica los estudios de la lengua y cultura árabes.
Actualmente el Centro ofrece diplomados en cultura árabe e islámica, como también en lengua árabe, vinculándose a otros centros de cultura mundiales, como la madrileña ‘Casa Arabe’, además de una vasta red de cooperación con entidades académicas afines en América Latina, Europa y el Lejano Oriente. Con Casa Arabe específicamente, firmó el primer Convenio de cooperación de entidades latinoamericanas, desarrollando numerosas iniciativas académicas.
Pero, ha encontrado dificultades en el camino. “Por reestructuraciones de la Universidad de Chile, lamentablemente el grado de Bachiller en Lengua y Cultura Árabe se terminó en 1983”, reconoce Marcela. A su vez, desde que se creara el Centro en 1966, las donaciones para el desarrollo académico han sido escasas: “Los recursos del Estado para la Educación Superior han disminuido ostensiblemente en el tiempo, lo que dificulta la concreción de importantes proyectos académicos”. De aquí su llamado: “Apelamos a la generosidad de la colectividad árabe, incluído el importante sector profesional y empresarial, cuyas donaciones gozan de interesantes garantías tributarias para que nos permita, a través de la construcción de un nuevo edificio, dignificar nuestro quehacer académico y enaltecer la presencia árabe en Chile en el ámbito de la cultura y la educación”.
E insiste en la necesidad de reforzar la importancia de los estudios árabes en Chile como un nexo casi vital con las necesidades de la política exterior. “No dejemos que la educación sobre algo tan fundamental desaparezca por no aportar los instrumentos necesarios de conocimientos para entendernos con una quinta parte del planeta.